viernes, 2 de septiembre de 2016

De albures e historias efímeras: "Un gallo con muchos huevos"





Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos)

Los investigadores clásicos, encargados de develar las estructuras del relato, aseguran que éste cuenta con elementos cíclicos y se  emplean una y otra vez a lo largo de la historia del hombre, la diferencia entre uno y otro es la forma como se narra, la configuración que define a cada uno.  Si ese relato, usado una y otra vez (como ha sucedido con “Cenicienta”), posee una estructura narrativa  interesante, mantendrá al espectador al filo de la butaca y lo hará percibir una historia completamente nueva.  Cuando vimos por primera vez “Un gallo con muchos huevos” nos vino a la memoria  “Karate Kid” (tanto la versión de 1984 como la de 2010): un joven, enclenque, despistado y pacífico, es preparado por un mentor para enfrentar a los malos del cuento. Éste es el hilo conductor en ambas historias, adicionado con otros elementos.  La diferencia es: en su momento “Karate Kid” nos llamó la atención; “Un gallo con muchos huevos”, no.
            El tercer largometraje de los hermanos Riva Palacio (escrito, dirigido y producido por ellos), se presentó en las salas cinematográficas el año pasado, recaudando  167 millones 800 mil pesos, lo que hizo a la película estar en la cima de la taquilla nacional.  En ella, Toto,  quien ahora es un joven gallo,  tendrá que  enfrentar a Bankivoide, para que La Abuela conserve la granja donde él y sus amigos viven.  Para esta cinta se dejó de lado la animación 2d que caracterizó a las dos producciones anteriores: “Una película de huevos”  (2006) y “Otra película de huevos y un pollo” (2009). Huevo Cartoon  deseaba incursionar en la moda de las cintas mexicanas de hacer producciones en 3d.
            Con los albures indispensables, sello del  estudio, los personajes huevos, gallos, gallinas y demás animales, junto con algunos humanos, pretenden mantener al público en vilo durante los 97 minutos que dura la cinta. La cual, por cierto, se realizó gracias al apoyo de Conaculta, Fidecine, Televisa, Herdez, GameRush, Blockbuster, HDI Seguros y los anuncios insertados (otra característica de Huevo Cartoon): marcas de agua embotellada, jugos, dulces… etc.  

Al ver la cinta, lo primero que nos preguntamos es a qué tipo de público va dirigida y la respuesta aún no la tenemos, porque en realidad no está definida para una audiencia en específico. De ahí los problemas en  la historia y en la estructura del relato.  Al no establecer para qué tipo de  público se está haciendo la película, lo  que se cuenta no está sustentado en una estructura visual completa y no posee los elementos indispensables  para generar una producción de calidad.  Al no definir el target, la historia tiene situaciones poco relevantes  y hechos de relleno. No hay un público meta por:
1)      Tipo de historia.
2)      Tipo de personajes.
3)      Tipo de música.
4)      Otras referencias en la historia.
Estos cuatro elementos involucran a diferentes tipos de público. Una historia bien contada es suficiente para unir  a todos ellos, lograr identificación con cada uno y por lo tanto hacer una producción agradable.  En el caso de la cinta mencionada,  no se logra: es una mezcla de elementos disímiles y de diferentes épocas.   ¿A qué tipo de audiencia le gustan las peleas de gallos (escondidas con una especie de box y lucha libre)? Personajes adolescentes sin fuerza ni problemas comunes e identificables  con los espectadores. Aunado a la presencia de un grupo de patos raperos que están ahí sólo para que los adolescentes se reflejen en ellos y su participación es más que forzada.  Canciones de diferentes épocas, años y géneros: ¿Algún adolescente conoce a Louis Armstrong? A quien le gusta la Agrupación Cariño, ¿puede sentir lo mismo con George Thorogood?  ¿La música adicional  en realidad logrará una mediación referencial con el público? Al hacer alusión a “Karate Kid” (1984), ¿qué edad tiene ahora el público que la vio?
Sin un público definido, “Un gallo con muchos huevos”, es una película muy larga para un relato tan flojo, a nuestro parecer es el peor guión de las tres producciones del estudio.  Varias escenas podrían desaparecer y no pasaría nada con el desarrollo.  Algunas  deberían ser cortadas, condensar los hechos, para hacer menos tedioso el relato. El cual, tampoco, está definido. Una comedia con albur, mezclada con  algo de  comedia de situación   y un poco de perseguido-perseguidor,  da como resultado una historia aburrida.
El planteamiento del problema es muy largo. Treinta minutos, para establecer que La Abuela podría perder la granja,  es mucho tiempo.  El nudo,  esa pequeña intriga creada en el espectador, es superflua. No logra hacer que éste se involucre con la historia porque lo que le antecede es muy largo. Aunque es de rescatar que una de las mejores escenas es la intervención de los zopilotes en la granja, y la persecución de Toto, tiene el timing que debió tener toda la cinta. En esta secuencia, la  música es correcta para el efecto que se quiere provocar.
             Llegar al clímax, es darnos cuenta del ritmo que mantuvo siempre  la película, lento y sin mayor fuerza. Al existir esa similitud  con “Karate Kid”, como espectadores, esperamos la patada precisa para que Toto ganara… y así fue.  El clímax es largo, sin velocidad y visualmente no posee los elementos necesarios que involucren al espectador. No hay manejo de color, no hay una banda sonora fuerte. El clímax debe hacer uso de todos los  elementos para que las personas se involucren por completo en esa parte de la historia. Se deben despertar todos los sentidos. El clímax contiene la fortaleza del relato, a través del lenguaje visual y lo sugerente de los sonidos.  “Un gallo con muchos huevos” adolece de todo ello, lo cual demuestra que una historia no se hace sólo con albures.
            El desenlace es  predecible y apresurado. Aquí el espectador no tiene  que liberar la tensión creada en el clímax, al saber qué pasara, las emociones decaen  y el desenlace se transforma en una escena más de la película.
          El relato es una historia estadounidense  con destellos de situaciones nacionales: el granjero perderá su propiedad, por lo cual se debe resolver el problema (lo hemos visto en películas y series del vecino país del Norte). Desafortunadamente, la única opción que al parecer tuvo el guionista, fue  resolver el problema con una pelea de gallos en un palenque mexicano (nada más nacional). Pero aquí no se tomó en cuenta que el presentar una pelea de gallos puede incomodar a cierto tipo de público, más en estos tiempos donde se apela por la protección a los animales… Y la película está llena de animales. La solución al conflicto debió ser otra, pues utilizar la pelea de gallos puede contribuir a que la mediación cognoscitiva y cultural en el espectador  disminuya considerablemente.

            El mal relato va de la mano con el estilo deformista,  la animación limitada y carente de calidad. Todos los personajes asemejan a juguetes de plástico moviéndose de forma extraña. No existen texturas adecuadas: las plumas no parecen plumas, el agua no representa a ésta, el pasto asemeja a una alfombra extraña.  Los personajes flotan sobre los escenarios. No hay integración visual de personajes, objetos, fondos, cada uno se mueve en su propio espacio y no conforman  un concepto completo e integrado: cuando Don Poncho levanta al que será el mentor de Toto, Patín Patán,  se ve el ala del viejo gallo sin sujetar al personaje, por lo tanto levita; los pollos flotan sobre el pasto, sobre la madera y de pronto sobre el mismo cielo; los escenarios son planos, sin dimensión ni textura; las casas parecen pertenecer a una maqueta; las sombras, en algunas escenas, como la primera, no están en concordancia con la posición del sol; los huevos están plastificados.
            Por si fuera poco, todos los escenarios parecen sacados de una película gringa: granjas estadounidenses, con sus casas a dos aguas, graneros enormes, tanques de agua y desiertos del mismo país, llenos de cactus de plástico.
            El lenguaje narrativo ofrecido por los planos y los movimientos de cámara no contribuye  a agilizar la historia.  El gran número de planos abiertos no ayuda cuando los escenarios no están detallados y son completamente estáticos: las ramas de los árboles no se mueven tras los personajes, tampoco el pasto (no hay movimiento en nada). Un plano largo que presenta muy poca información visual resta importancia y atractivo en la narración, sobre todo cuando la acción o el relato no lo fortalecen.  Ello nos hace preguntarnos, ¿en realidad las producciones animadas de nuestro país  toman en cuenta los planos  utilizados  de acuerdo al lenguaje cinematográfico?
            El diseño de personajes es muy simple. Pero destacan  los zopilotes  y el Huevo padrino y sus ayudantes (ambos con mejor textura que los otros personajes). Toto, el protagonista de la historia,  es un héroe simplón, sin energía ni fuerza. Muchos de los personajes parecieran no tener una historia tras de sí, lo que les resta importancia.  Chiquis, por ejemplo, podría no existir en el relato y no pasa nada. Pareciera que se metió en la  historia porque cualquier  lugar mexicano debe tener una vedete o la chica guapa del cuento.  Pero le falta mucho para tener una personalidad sólida. 
Por otra parte, en “Un gallo con muchos huevos”  no existe un personaje reflejo de la maldad. Existen tres posibles malos, todos planos: Bankivoide (vaya nombre); Chiquis y el dueño del gallo. El primero se redime al final, en la segunda no quedan claros los motivos de sus acciones  y el tercero tampoco representa a la maldad. Una película donde hay un héroe  que tendrá que luchar contra “el malo” para resolver el conflicto y no muestra un  ícono de la maldad,  como tal no tendrá mayor trascendencia. Si no hay un malo al que combata el héroe, ¿a quién odiará el espectador? Y, ¿cómo se identificará con el protagonista?
            Como muchos de los personajes representan a estereotipos con personalidades poco definidas, dudamos que haya una buena identificación del espectador.  Otros personajes están de relleno, como el nieto de La Abuela: éste debió ser explotado, pues aparece al principio de la cinta, se pierde una hora y regresa al final. Por si fuera poco, hay personajes que recuerdan a otros de producciones clásicas: el pato con quien lucha Don Poncho es el Pato Lucas en color café; Di, la novia de Toto, es Miss Prissy, la novia del Gallo Claudio, en su versión joven; los Tlacuaches son la reencarnación de José y Manuel, aquellos cuervos de los viejos cortos producidos por Warner Brothers.
            Por último, el manejo del color en la cinta no tiene una función real. Mientras éste puede despertar diversas sensaciones en el espectador, aquí  es sólo la manera de dar un poco de vida a personajes y escenarios, pero nada más. Por cierto, los fondos son totalmente gringos, al menos van a la par con el conflicto, no sabemos si lo hicieron para atrapar audiencias de otros países, pero el ver un palenque en un pueblo mexicano (Tepizcoelhoyo, creativos como siempre) rodeado del Gran Cañón y las enormes granjas de Kansas, visualmente no es agradable.
            Por lo que respecta a la banda sonora, en “Un gallo con muchos huevos” es el elemento con menor importancia. Aunque en realidad, en todas las películas animadas  mexicanas sucede lo mismo y eso representa un serio problema en la animación nacional.  La música no enfatiza situaciones, no  profundiza en otras, salvo en la intervención de los buitres (en este caso es muy buena), en general sólo acompaña acciones. Como fondo sonoro es buena, pero nada más. En el clímax, donde la música original debió ser parte integral de la narración, no despierta el interés en el espectador. Sin embargo, ésta es mucho mejor a la música adicional, la cual es una mezcla de géneros e intérpretes que no fortalece ni las situaciones ni el relato al combinar estilos, idiomas, ritmos e instrumentaciones distintas. Cuando este tipo de mezcla se realiza con una intención comunicativa y de acuerdo con el guión y las acciones presentadas, es un excelente recurso. En “Un gallo con muchos huevos” se trata solamente de un truco auditivo para evitar los silencios. La función comunicativa no existe.
            Además, la falta de sonidos en off  (hojas de árboles, pájaros, agua) es notoria. La mayor parte de la acción se desarrolla en lugares abiertos y si no fuera por los diálogos, un silencio enorme rondaría toda la película.  La sonorización de efectos es mínima, en algún momento se pueden escuchar pasos, pero nada más. En el clímax los sonidos propios de un palenque, los sonidos provocados por la acción misma, se escuchan muy lejanos y sin integración con la imagen.
            Y aquí nuevamente nos preguntamos, ¿a qué tipo de público va dirigida la cinta? Porque si es para adolescentes y adultos, nada mejor que hacer un excelente uso del silencio para enfatizar momentos. Pero esa falta de sonidos, de silencios intencionados, le resta realismo y cercanía a la película en su relación con el espectador.           
En cuanto al doblaje, es de destacar la excelente voz de José Lavat, quien da vida a Don Poncho y Sergio Sendel, como el gallo Bankivoide. El resto del elenco, aunque cumple con su trabajo de manera decorosa, no aporta ningún elemento de caracterización de voz memorable. No hay voces que el espectador recuerde. Una de las facetas que permiten a un personaje de animación quedar en la memoria de la audiencia es su voz (recordemos, por ejemplo, la inolvidable interpretación de Germán Valdés Tin Tan como el oso Baloo o Marina Huerta en su caracterización de Bart Simpson).
            Huevo Cartoon quizá debería regresar a sus producciones en 2d, en las cuales lograron tener mejor calidad, construir historias más sólidas  y correctamente definidas, aun con relatos explotados una y otra vez.  Por cierto, el final feliz donde todos los personajes bailan,  un desenlace muy gringo, parece ser una falta de respeto a su público cautivo, que después de más de una hora y media, de un relato sin importancia y de gags simples, no merecen nada mejor que a todos los personajes  complacidos bailando.

1 comentario:

  1. Los errores del manejo del sonido no los note al ver la pelicula..
    Concuerdo en que esta pelicula es la peor de la trilogia, creen que Huevocartoons se arriesge a sacar otro porducto?

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