martes, 28 de septiembre de 2010

¿Quiénes son los héroes?

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos)

El mes de septiembre ha sido productivo en la animación mexicana, pues sólo con una semana de diferencia se presentaron dos largometrajes, algo favorable para la naciente industria. A decir verdad, esperábamos a que la película de la cual hablaremos hoy, se estrenara, pues se había hablado mucho de ella en algunos medios. Así que dejamos de lado las frías imágenes fijas que los carteles mostraban y decidimos ver: “Héroes verdaderos”.

Con un costo de más de 35 millones de pesos, un año y medio de producción y una campaña publicitara similar a la de películas estadounidenses (así lo consignan sus creadores), llegó a la pantalla grande la primera de tres realizaciones que toman la historia de México para darle vida a un relato paralelo. White Knight, del empresario y pedagogo Carlos Kuri, es la empresa que anima una historia de amor entre un criollo y una indígena, nacida de la pluma de Riley Roca y el propio Kuri. Una producción animada en México, Estados Unidos, Taiwán y Filipinas.

En una sala prácticamente vacía, no excedíamos las diez personas, la cinta comenzó y lo primero que pensamos fue: “¡Genial, esto es lo que necesita la animación mexicana!”. Sin embargo, con el paso de los minutos y después de una hora de no pasar absolutamente nada, esa primera impresión cambió. Es verdad, que en el aspecto artístico la animación es buena, fluida, con algunos errores, pero de gran calidad en comparación a las últimas producciones nacionales. Sin embargo, existen otros elementos que demeritan la animación.

Para ser más específicos hablemos de tres componentes de la cinta: 1) Aspecto visual (todo lo que tienen que ver con la imagen); 2) Banda sonora; y 3) El relato.

1. Como ya dijimos, la animación es muy buena, mas el concepto artístico en general parece viejo. Los personajes, demasiado fríos para nuestro gusto, en ocasiones carecen de la expresión idónea de acuerdo a la acción que realizan. Éstos, junto a los excelentes escenarios, artísticos y armónicos, muestran un estilo muy disneyano, sólo que de algunas décadas atrás. Si lo que los creadores deseaban era que los viejos aficionados al cine nos hiciéramos de nostalgia y recordáramos las películas de antaño, lo lograron. Pero habría que preguntarse qué tan conveniente es ese estilo para las generaciones actuales acostumbradas a que la imagen rija su vida. Desde que la animación se acercó a las masas, fue cambiando de estilo, mutando, adaptándose a los requerimientos de la industria, los medios y las sociedades. Así, las animaciones creadas para el cine, tuvieron que adaptarse cuando llegó la televisión (las proporciones de los personajes cambiaron, al igual que las historias). De tal manera que no entendemos el porqué regresar a viejos estilos, nada más faltaba que también se hiciera uso de diversas herramientas del dibujo que ya se han dejado de lado. Aunado a ese estilo se encuentra el empleo del color, anacrónico para los espectadores actuales.

Lo señalado no es equívoco si el objetivo es rescatar el estilo de dibujo y el tipo de animación, para llegar sólo a determinado público. Pero, creemos que éste no es el caso por algunas declaraciones que han hecho sus creadores al ver a la película como un producto para toda la familia, principalmente para los niños, a quienes pretenden acercar a los héroes de la historia mexicana. Si el estilo empleado se complementa adecuadamente con otros elementos, entonces el resultado sería muy gratificante.

Por otra parte, hay momentos en que la proporción de los personajes es mal manejada y nos hace pensar en esos primeros intentos de animación cuando se aprendía sobre la marcha. Además, se presentan movimientos de cámara sin sentido específico y no acordes con la narración. Aunque ciertas transiciones son muy buenas al no romper con el discurso narrativo y unirlo a la imagen.

2. Aunado al viejo tipo de animación está el empleo de canciones. Éstas eran muy usadas hace algunos años, pero las producciones recientes las han dejando a un lado. “Héroes Verdaderos”, presenta en menos de media hora dos canciones, largas y planas para un niño. Canciones de las que podrían ya no acordarse. Y la que habla del encuentro de dos mundos nos hizo pensar mucho en la película de Disney “Tarzán”. Las canciones fortalecen escenas, profundizan situaciones o levantan el guión, pero en este caso demeritan la poco atractiva historia y parecieran llenar esos huecos que tiene el relato. Aunque la canción final es excelente. Si sólo se hubiese dejado ésta, la cinta hubiera tenido un plus. Y la música, tanto objetiva como subjetiva, tiene elementos a rescatar.

Es de resaltar que al menos White Knight creó sus propias canciones y no se inclinó por éxitos comerciales de artistas conocidos y en otros idiomas.

En cuanto a las voces, las pertenecientes a los héroes nacionales (Hidalgo, Morelos, Allende… etc.), con un buen trabajo. Se nota la actuación de la voz, los matices y los estados de ánimo. Pero las voces de los protagonistas de la historia (sobre todo la de Mixcóatl y Carlos) carecen de un trabajo actoral, demasiado planas, sin decir mucho al espectador y en algunas ocasiones no concuerdan con el movimiento de los labios de los personajes.

3. Por lo que respecta a la historia, no sólo hablaremos de ella, sino de algunos elementos que probablemente tengan que ver con el aspecto visual y la banda sonora, pero que forman parte del relato. Lamentablemente, la que esperábamos fuera una muy buena historia, se quedó en una serie de acontecimientos, unidos por coincidencias que no dicen mucho. De ahí que algunos sucesos o escenas podrían suprimirse sin afectarla.

El relato es cansado, aburrido, disparejo y demasiado lento para un niño. Después de una hora de observar una historia plana, no pasó nada trascendente que pudiera hacer que el espectador formara parte de lo que se pretende narrar. El reducir los clímax de cada acto a las canciones es desaprovechar la oportunidad de hacer que el espectador se involucre, se identifique con la historia. Es restarle importancia a un elemento narrativo indispensable.

Además, si lo que se deseaba era hacer que los niños observaran en Morelos, el personaje animado, un héroe digno de admirar (a la par de Superman), el relato principal debió recaer en la historia de los personajes ilustres y la historia secundaria dejarla en el amorío entre los tres protagonistas. En este caso, la historia de México se utiliza, de forma muy superflua, para ayudar a narrar un relato sin fuerza ni trascendencia. Esta forma de tratar la historia no logrará una verdadera identificación de los niños con los héroes nacionales, pero quizá ese no era el objetivo de los realizadores.

Aunado al tratamiento que se hace del relato se encuentran los personajes que no ofrecen más de lo que se puede ver a simple vista. Se presenta una concepción de los protagonistas muy débil y los personajes históricos parecieran ser simples ayudantes de aquellos. No hay definición apropiada de cada uno. Aunque un personaje que pudo ser mejor explotado, es Morelos, pues es el único que posee una personalidad un poco más sólida, definida y atractiva, pero que se deja de lado, como otros muchos elementos.

Y debido a esa concepción de los personajes, surgió el título en esta ocasión, pues no nos queda claro quiénes son en realidad los supuestos héroes verdaderos. Ya que la manera de abordar el tema y presentarlo a un público tan difícil como lo son los niños, no es la apropiada. No están claras las partes del relato (planteamiento demasiado largo, mal manejo de puntos altos, clímax intranscendente y un final sin fuerza). Historia confusa que quizá no comprendan lo niños. Héroes nacionales que se transforman en personajes mal construidos. Y al final seguimos pensando en los llamados héroes verdaderos que esperamos no sean los frágiles personajes ficticios ni los mal construidos personajes históricos.

En sí, la película nos decepcionó completamente, ya que teníamos grandes expectativas. Y casi nos hace llorar escuchar cantar a Hidalgo y Morelos (por qué ese afán de desaprovechar lo bueno que se tiene), y ese final que se convierte en un alegato nacionalista, cursi e ideológico sin sentido, que por un momento nos hizo pensar en políticos mexicanos, parece demasiado oportunista.

La buena forma de animar lo inanimado, la calidad artística que utilizó White Knight junto a una buena historia, darían como resultado una película mexicana de la que muchos nos podríamos sentir orgullosos. Esperamos que las próximas realizaciones de la empresa no tomen a la historia mexicana como un erróneo hilo conductor, o el oportuno atractivo para que el público asista a las salas cinematográficas, de historias planas y sin fuerza. La animación mexicana, y los inversionistas, podrían cansarse de ese oportunismo. Y les recordamos que estas letras, como muchas otras, son sólo una opinión personal y no la verdad absoluta que muchos quieren tomar para generar diversas situaciones.

Hasta la próxima y… ¡Anímense a opinar!

domingo, 19 de septiembre de 2010

México entra al mundo de la estereoscopía

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los estereoscópicos)


No cabe duda que la famosa 3D (a la cual deberíamos mencionar mejor como “ilusión estereoscópica”), se ha puesto de moda. Aunque no es algo nuevo, porque la 3D existe en el cine desde los años 50, a partir del éxito taquillero de “Avatar”, pasando por la adaptación a “Furia de Titanes” (que originalmente no estaba pensada para ese formato), gran parte de las películas hollywoodenses están siendo producidas así, pareciera que sólo esta técnica es garantía de éxito en taquilla.

Y como la moda llega a todas partes, las últimas producciones animadas están siendo pensadas en 3D. Aunque dentro del mundo de la animación una de las primeras cintas que hicieron uso de la estereoscopía se presentó en los años 80. La película titulada “Cazador de estrellas” (“Starchaser”, 1985, E.U./Corea del Sur), realizada en animación tradicional, presumía escenas en 3D, muy rudimentaria eso sí, y que debían verse mediante el uso de aquellos antiguos lentes de cartón con una mica azul y otra roja. En la actualidad, casi todas las cintas animadas estadounidenses, además de realizarse con tecnología CGI, se producen para ser vistas en 3D, lo cual, se supone, aumenta las ganancias en taquilla (los ejemplos están a la mano: “Toy Story 3”, “Shrek para siempre”, “Mi villano favorito”, etcétera).

En México, como es de suponerse, la técnica de estereoscopía no había sido explotada por los escasos largometrajes animados que se han realizado en el país, por lo que, el hecho de que una cinta de animación nacional esté realizada de esa manera, ya es de llamar la atención.

Durante este puente Bicentenario aprovechamos los días de descanso para dar el grito en el Zócalo de la Ciudad de México, pero también para acudir al cine a ver, precisamente, la recién estrenada “Brijes”. De entrada, nos llamó la atención que en la sala habíamos unas 25 personas, pocas para un estreno y para una cinta animada en 3D. De ellas, aproximadamente la mitad eran niños.

Una vez más, tuvimos que soportar la consabida media hora de anuncios y avances de otras películas para después, por fin, observar la cinta en cuestión. Debemos decir que, de entrada, la presentación de los logotipos de las empresas involucradas en la producción de la película (Santo Domingo Animation e Ithrax) nos parecieron llamativos y sencillos, además de que la 3D se veía bastante bien. Lo mismo sucedió con el inicio del filme como tal: la 3D nítida y muy bien trabajada, el efecto estereoscópico se notaba bien logrado, en verdad algunos objetos y personajes parecían flotar fuera de la pantalla. Es más, la técnica, al principio se apreciaba mucho mejor que en algunas cintas animadas estadounidenses.

El segundo punto a favor (para nosotros) fue el hecho de mostrar los créditos al inicio de la película, además de que los mismos cuentan con una tipografía y diseño bastante legibles. Esto hace que los espectadores ofrezcan mayor atención a la apreciación de los créditos, al no tener desgaste físico o mental por no comenzar la cinta aún.

Hasta ahí, todo nos parecía aceptable.

Cuando la película ya no nos empezó a gustar tanto fue en la parte de la introducción, cuando se explica la relación original entre los humanos y los brijes a través de la historia. Como parte del relato, esta parte es correcta, pues le da al espectador los elementos narrativos que se manejarán a lo largo del filme; sin embargo, el hecho de meterse directamente con personajes históricos reales de manera tan burda e innecesaria nos pareció un aspecto negativo: ahora resulta que Cuauhtémoc fue martirizado por no decirle a Cortés el secreto de “la sincronía”.

Además, el diseño de los personajes nos pareció poco afortunado. Éste posee evidente influencia del animé (lo cual en esencia no estaría mal, pero nos gustaría más que los estudios de animación del país desarrollaran un estilo propio y nacional) y se notan muy planos. Esto es consecuencia de estar diseñados para animación tradicional o 2D e insertarlos en un ambiente 3D. De tal forma que se sigue presentando el mismo problema que en otras cintas nacionales: los personajes, sus movimientos y los fondos, siguen sin estar integrados completamente. Algo que se aprecia al combinar diversos tipos de escenarios: desde los que están realizados directamente mediante la tecnología CGI (quizá los peores de toda la película, pues no tienen equilibrio y se ven muy falsos) hasta las maquetas, algunas de ellas excelentes y otras muy burdas (en una, se notan que los arbolitos son de plástico). Cuando los personajes se mueven e interactúan en estos fondos, flotan (hay momentos en que los niños levitan sobre las escaleras o por medio de la telequinesis, don que imaginamos no poseen en realidad, logran mover objetos sin tocarlos), originando así una combinación visual bastante desafortunada.

Por si fuera poco, los nombres de los personajes principales (Freddy, Kimo y Atzi) tampoco nos parecieron los mejores. Si se supone que son niños mexicanos que acuden a una exposición en un museo mexicano, ¿no deberían tener nombres nacionales? Entendemos que la idea de los productores y el director es exportar la película, pero entonces, ¿por qué el vaquero de “Toy Story” se llama Woody y no Memo o Akira, o Sosuke de “El Secreto de la Sirenita”, Juan o Vladimir si Pixar y Hayao Miyazaki también realizan sus productos pensando en la exportación de los mismos? Desafortunadamente, se entiende mal este aspecto y se pierde la oportunidad de rescatar nombres mexicanos para los personajes y todo por internacionalizar una cinta. En cuanto a la personalidad de éstos, también resulta bastante plana y estereotipada. Tanto los personajes humanos como los brijes tienen pocas variaciones en su “actuación” y, salvo la ocasión en que Freddy y Atzi se enojan entre ellos, hay muy poca variedad en el manejo de emociones. Un personaje plano y sin fuerza no logrará la identificación con el público.

La animación, por otra parte, aunque fluida y mejor realizada que en cintas de animación mexicanas anteriores, tampoco es nada del otro mundo; sin embargo, su calidad en general es buena. En cuanto a la banda sonora, nos pareció un acierto el no incluir canciones en inglés (como acostumbran hacerlo otros estudios mexicanos) y la música subjetiva cumple su función en casi todas las escenas al acentuar el sentido de las acciones. Además, el trabajo de los actores de voz es eficiente y resulta plausible el hecho de no usar voces de “famosos” o “famosas” que no saben nada de doblaje pero que realizan este tipo de trabajos sólo por hacerlos. Sin duda, un acierto de la producción no buscar el renombre, sino la calidad en el trabajo de las voces.

Y, como suele suceder, donde nos parece que la película tiene su punto más débil es en el relato. Además de las libertades históricas y literarias mal manejadas (ya mencionamos una, pero hay más, como la “actuación” del último emperador chino o el hecho de llamar “códice” al calendario azteca, cuando son cosas diferentes), la historia narrada se va desdibujando poco a poco, de tal forma que el hilo conductor se pierde a lo largo de la película y los elementos narrativos se contradicen y confunden. El manejo de los diversos puntos altos dentro de la historia es dispar, de tal forma que algunos son aburridos. En lo personal, nos pareció mucha pelea física y poca historia. Hace unos años este tipo de relatos (el ejemplo más claro son los Pokemones, Digimones y otros) estaba de moda y llamaba la atención de los niños. Ahora, pensando en productos para la pantalla grande, las historias se inclinan por otros temas. Los estudios, tanto estadounidenses como japoneses, están buscando la identificación del público tanto en los personajes como en las historias que están siendo contadas con elementos reales y cercanos a los contextos de los espectadores. Habrá que ver qué tan aceptado es el relato de “Brijes” por los niños, aunque debemos reconocer que, en la sala, muchos de ellos reían con los esporádicos chistes de la película.

Por otra parte, es notaria la poca importancia que se da al espectador femenino, pues al parecer la cinta está pensada principalmente para niños. Aunque hay un par de personajes femeninos, éstos son intrascendentes, de tal forma que si se suprimen no se afecta el relato en lo más mínimo. Es importante destacar que muchos estudios están rescatando los personajes femeninos como protagonistas de historias (algo que al menos sí intentó hacer Animex con “Nikté”) y que es algo en lo que los estudios nacionales deberían poner más atención. Construir personajes sólidos que fortalezcan las historias.

Pero a pesar de todo, la historia consignará a “Brijes” como la primera película mexicana realizada en 3D, un esfuerzo que se aplaude y que esperemos que abra nuevas puertas al cine de animación nacional.

No nos confundamos: lo anterior es nuestro punto de vista y no la verdad absoluta.

Hasta la próxima y… ¡Anímense a opinar!