martes, 30 de diciembre de 2008

Bill Meléndez: El mexicano que animó a los Peanuts




Por María CelesteVargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos)





Nunca es tarde para rendir honor a quien honor merece. Y aunque ya han pasado más de tres meses desde el fallecimiento de Bill Meléndez, no queremos dejar de hablar de este talentoso artista mexicano que forjó su lugar dentro de la historia de la animación mundial en los Estados Unidos.
Pocos saben que el 15 de noviembre de 1916 nació en Hermosillo, Sonora, un niño que fue bautizado con el nombre de José Cuauhtémoc Meléndez... Nombres más mexicanos, imposible. La familia Meléndez no era pudiente, así que varios miembros del clan, entre ellos José Cuauhtémoc, tuvieron que emigrar al cercano país gringo en busca del multimentado “sueño americano”. Desde muy joven, José Cuauhtémoc se afianzó en los Estados Unidos y comenzó a buscar formas de vida y sustento (situación que no ha cambiado: en la actualidad, muchos compatriotas siguen emigrando al país del norte para tener algo mejor que lo que su país les ofrece).
Lo que en realidad le gustaba a José Cuauhtémoc era el dibujo. Y, teniendo un talento natural para el mismo, muy pronto encontró trabajo como animador nada menos que en los estudios Disney, los más fuertes de la primera mitad del siglo XX. Y así, nuestro personaje, quien cambió su nombre a “Bill”, colaboró en filmes clásicos como Bambi, Dumbo, Fantasía y Pinocho, así como en los cortometrajes de Mickey Mouse y el Pato Donald.
Meléndez fue de los pocos artistas mexicanos que podían jactarse de haber trabajado en todos los estudios de animación más reconocidos de los Estados Unidos: al salir de Disney, pasó por la Warner Brothers, Playhouse Pictures (donde conoció a algunos animadores también mexicanos que en los años 50 hicieron una vista a ése y otros estudios) y, en especial, la United Productions of America (UPA), la cual revolucionó la forma de hacer dibujos animados (nada más).
A finales de los 50, Meléndez se encargó de la animación para algunos comerciales del auto Falcon de la Ford, en los cuales aparecían los famosísimos personajes de Peanuts: Charlie Brown, Snoopy, Linus, Lucy, Schroeder y compañía. Al creador de los Peanuts, Charles M. Schulz, le gustó tanto el trabajo de Bill, que decidió que, si en el futuro sus personajes eran llevados a la animación, sólo el mexicano podría hacerlo.
Y así fue. En 1965, con el patrocinio de Coca-Cola y apoyado por la poderosa compañía CBS, Meléndez dirigió el primer especial animado de mediometraje para la televisión en el que no se escuchaban “risas grabadas” y el primero en el que se usaron voces de niños reales (no adultos fingiendo) para los personajes: A Charlie Brown Christmas. El especial se estrenó el 9 de diciembre de ese año en la CBS y a partir de entonces se ha retransmitido cada año en casi todos los países del globo.
Está de más mencionar que el programa fue un éxito redondo. A partir de ahí, Bill se asoció con su eterno compañero, Lee Mendelson, y la cadena de triunfos animados ya nunca terminó. Meléndez realizó más de 60 especiales con Charlie Brown como protagonista, además de la serie animada, cuatro largometrajes e incontables anuncios comerciales. Además, era la voz oficial de los personajes más entrañables: Snoopy y Woodstock.
Y aunque a Bill Meléndez se le recordará más por su obra con los personajes de Schulz, también dio vida en pantalla a otras creaciones famosas como el elefante Babar, el gato Garfield, la inefable Cathy de la tira cómica del mismo nombre, así como a la saga de C. S. Lewis, Las crónicas de Narnia (la única versión animada de esta obra literaria fue realizada por Meléndez, aunque hay que reconocer su pobre calidad). Además, dirigió un largometraje poco conocido, titulado Dick Deadeye –or Duty Done, de 1975, una parodia de las operetas de Gilbert y Sullivan. Esta película no fue realizada en los Estados Unidos, sino en Inglaterra, en donde Bill también dejó muestras de su talento.
Es una pena que Bill Meléndez nunca haya realizado ninguna producción animada en su tierra natal. Y no lo hizo no porque no quisiera (en junio del 2005 concedió una entrevista a Excélsior en la que afirmaba estar muy orgulloso de su origen mexicano), sino porque la realidad de la industria de la animación en México nunca se lo permitió.
El 2 de septiembre de este año, José Cuauhtémoc Meléndez falleció en California, Estados Unidos, su patria adoptiva. Pero nada podrá cambiar el hecho de que fue un animador mexicano, que nos ha regalado incontables sonrisas con sus producciones y a quien siempre recordaremos con cariño. Quizá en el otro mundo se haya encontrado con Charles M. Schulz y juntos pasarán la eternidad dibujando y animando a su querido Snoopy.
Hasta la próxima y... ¡Anímense a opinar!




miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cultura y animación

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos)


Como señalábamos en el artículo anterior, a lo largo de la historia de la animación nacional se han presentado varios problemas, de los que ya hemos hablado, que han impedido su correcto desarrollo. Algunas de esas dificultades han sido constantes desde tiempos pasados hasta la actualidad. Sin embargo, hoy día tenemos que luchar con la que es, quizá, la peor de todas: la falta de apoyo a la cultura por los gobiernos de derecha (¿quién dijo que el azul era un buen color?).
Pero para comprender mejor la relación entre cultura, políticas oficiales y animación, es necesario que aclaremos qué se entiende por “Cultura” y cuáles son las implicaciones del término. Para ello, nos basaremos en la obra Ideología y Cultura Moderna, del teórico John B. Thompson, editada por la UAM Xochimilco (la edición que nosotros consultamos es la segunda, publicada en 1998).
En el capítulo 3 del libro citado, Thompson demuestra que a lo largo de la historia el concepto de cultura ha tenido un variado número de significados. La palabra “Cultura”, etimológicamente hablando, viene del latín Culturaem que literalmente, significa “cultivar”. Con base en esta acepción, la sociedad europea victoriana de finales del siglo XVIII entendía a la cultura como “el proceso de desarrollar y ennoblecer las facultades humanas, proceso que se facilita por la asimilación de obras eruditas y artísticas relacionadas con el carácter progresista de la era moderna” (Thompson: 189). A esta definición, el autor la llama “concepción clásica de la cultura”.
Si somos observadores, podemos darnos cuenta que, a pesar de que estamos en pleno siglo XXI, la concepción clásica de la cultura sigue vigente: todavía se piensa que la cultura es solamente aquello que tiene carácter de erudito, aquello para lo que se necesitan ciertos conocimientos para comprenderlo, las bellas artes, por ejemplo. Si consultamos las secciones culturales de los periódicos, notaremos cómo hablan solamente de exposiciones, libros, teatro, ópera, música clásica, cine de arte, etcétera.
Según esta concepción, no todas las producciones animadas podrían ser consideradas como culturales o como parte de la cultura, sino sólo aquellas que tuviesen en sus contenidos mensajes destinados a favorecer el intelecto y humanismo de sus receptores (visto así, prácticamente toda la animación mexicana quedaría fuera de esta concepción y sólo algunas animaciones europeas o asiáticas, y una que otra gringa, podrían ser denominadas como “culturales”). Los teóricos de Frankfurt (Adorno, Horkheimer, etcétera) estaban, sin conocerla como tal, a favor de esta concepción.
La palabra “Cultura” adquirió otro significado durante el siglo XIX, cuando la antropología, como ciencia social, se puso de moda debido a la colonización que las potencias occidentales ejercían sobre países dominados. Y entonces surgió la que Thompson llama “concepción descriptiva de la cultura”, según la cual, la cultura de un grupo o sociedad es “el conjunto de creencias, costumbres, ideas y valores, así como los artefactos, objetos e instrumentos materiales que adquieren los individuos como miembros de ese grupo o sociedad” (Thompson: 194).
Ésta es quizá la concepción de cultura más conocida y aceptada. Cuando en la primaria y secundaria los profesores nos hablaban, por ejemplo, de la cultura egipcia o de la cultura maya, estaban precisamente basándose en esta concepción. Aquí, “cultura” es sinónimo de “civilización”. Y de acuerdo con esta concepción, tampoco todas las producciones de animación podrían ser consideradas como culturales, salvo que en sus contenidos reflejen, precisamente, las costumbres, creencias y/o demás elementos relativos a una civilización específica ubicada en un espacio y tiempo concretos.
Así, en la historia de la animación mexicana, hay algunos ejemplos de este tipo de cintas: desde el antiguo corto del doctor Vergara, Noche mexicana (1936), donde se representa una tradicional posada decembrina, hasta el reciente largometraje La leyenda de la Nahuala (Arnáiz, 2007), pasando por las referencias a las artesanías y otras tradiciones nacionales que Fernando Ruiz introdujo en Los Tres Reyes Magos (1976). En el ámbito internacional, por ejemplo, las primeras animaciones chinas y japonesas estaban totalmente basadas en sus leyendas y tradiciones, así como las producciones europeas que rescataban su folklore.
Otra concepción de la cultura que se relaciona con la antropología es la simbólica, aportación del antropólogo Clifford Geertz, quien en su libro La interpretación de las culturas (editado en español por Gedisa), afirma que el ser humano es la única especie que crea y usa símbolos, lo que lo distingue de los demás animales, por lo que la cultura debería ser “el patrón de significados incorporados a las formas simbólicas –entre las que se incluyen acciones, enunciados y objetos significativos de diversos tipos– en virtud de los cuales los individuos se comunican entre sí y comparten sus experiencias, concepciones y creencias” (Thompson: 197).
Y es cierto. Hasta donde sabemos, el ser humano es el único animal simbólico. Si algún día un zoólogo nos informa que encontró en la madriguera de una ardilla símbolos ardillescos como una efigie del dios ardilla o un póster de una ardilla hembra en bikini, ya sabremos que no somos los únicos animales simbólicos, pero mientras no sea así, los símbolos son creaciones netamente humanas, por lo que la cultura, creación humana, se basa en ellos.
De alguna manera, esta concepción se relaciona con la anterior, pues los símbolos necesariamente tendrán un significado basado en lo que las propias culturas les otorgan. Así, por ejemplo, en La leyenda de la Nahuala hay diversos símbolos (como la ofrenda del día de muertos, las calaveritas de dulce y demás) que sólo pueden tener significado preciso para los miembros del grupo social que, en su origen, los crea y los comparte. Cuando esta película sea exportada, los símbolos mencionados tendrán nuevos significados para quienes los reciban de acuerdo a sus propios contextos, aunque finalmente mostrarán parte del patrimonio cultural simbólico de México.
Después de este recorrido histórico, Thompson propone su propia concepción de la cultura, a la cual llama “estructural” y consiste en afirmar que el análisis cultural debe ser entendido como “el estudio de las formas simbólicas –es decir, de las acciones, los objetos y las expresiones significativos de diversos tipos– en relación con los contextos y procesos históricamente específicos y estructurados socialmente en los cuales, y por medio de los cuales, se producen, transmiten y reciben tales formas simbólicas” (Thompson: 203).
En cristiano: las expresiones culturales humanas deben ser entendidas como formas simbólicas. ¿Qué es una forma simbólica? Precisamente, las acciones, objetos, expresiones, palabras, imágenes, sonidos, y/o la combinación de éstos, que tienen un significado, se insertan en contextos sociohistórico y comunican algo. Y en ellas se encuentra la cultura. En ese sentido, las producciones animadas son formas simbólicas: se insertan en contextos específicos (tanto en su producción como en su recepción y consumo), comunican algo (mensajes diversos) y están formadas por la combinación de imágenes, sonidos, palabras y expresiones. Su significado es planeado por quienes las producen y modificado y adoptado por quienes las consumen.
Sea cual sea la concepción de la cultura que más nos guste o con la que estemos de acuerdo, hay una realidad en México a la que nos referíamos al principio de este artículo: la animación, como fenómeno cultural, ha sido casi siempre ignorada por los gobiernos, tanto durante la época priísta, pero todavía, y aun más, por las autoridades panistas.
Podríamos incluso preguntarnos: ¿cómo entienden nuestros gobiernos a la cultura? ¿Tendrán clara alguna de las concepciones mencionadas, o ni siquiera se han llegado a preguntar qué es la cultura y por lo tanto no existen políticas culturales estructuradas?
Si el gobierno mexicano entiende a la cultura dentro de la concepción clásica, ¿será por eso que la animación es despreciada, por no tratarse de manifestaciones culturales eruditas y humanísticas? Y si lo fuera, ¿entonces sí la apoyaría?
Si nuestras autoridades están de acuerdo con la concepción descriptiva… ¿su desprecio hacia la animación se deberá a que, según ellos, no refleja nuestras costumbres, creencias y tradiciones? (Aunque ya hemos visto que no es así).
Si nuestros gobiernos piensan en la cultura como la entiende la concepción simbólica… ¿la falta de apoyo a la animación se deberá a que no encuentran en ella los símbolos necesarios para seguir construyendo una identidad nacionalista como a ellos les conviene?
Y si los gobiernos mexicanos creen en la concepción estructural… ¿harán a un lado la animación porque no han entendido a la cultura misma y a la propia animación y la seguirán viendo como un simple entretenimiento infantil?
Lo mismo podríamos decir de los empresarios. Por poner un ejemplo, ¿cómo entender que TV Azteca apoye con dinero y promoción animaciones hechas en otros países como las peruanas del estudio Almapayo y no invierta un peso en la animación mexicana?; ¿Por qué Televisa sólo hace acuerdos con Ánima Estudios habiendo más casas de animación en el país? ¿Por qué Canal Once transmite varias series animadas, muchas de ellas excelentes, pero nunca mexicanas?
La respuesta está, seguramente, en que no han entendido la importancia de la animación como parte de la cultura. Y no han entendido a la cultura, ya no digamos de acuerdo a cualquiera de las concepciones mencionadas en este texto, sino como elemento fundamental de las sociedades humanas. Mientras no se apoye a la cultura en este país, seguiremos quejándonos de la inseguridad, la corrupción y la mediocridad.
Hasta la próxima y… ¡Anímense a opinar!

domingo, 17 de agosto de 2008

"Un muñeco de historieta yanqui no es un muñeco: es un tipo humano"

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos, para no perder la costumbre)

Aunque ustedes no lo crean en ocasiones nos da por cavilar sobre diversas cuestiones. Hacemos conjeturas, algunas erróneas como buenos humanos, otras no tanto y pocas acercándose a la realidad. Pensamos una y otra vez sobre ideas, palabras o frases que se nos incrustan en algún momento en la memoria (la guerra, los niños, la esclavitud, el calentamiento global, los políticos mediocres, los deportistas nacionales, la economía, son temas que siempre se nos vienen a la cabeza, pero que en este espacio poco importan).

Hoy es uno de esos días raros en que al no tener nada qué hacer, no nos queda otra que pensar. Hoy hemos pensado en la frase con la que titulamos este breve comentario. La primera vez que la leímos fue hace ya muchos años cuando nos pusimos el traje de investigadores (jóvenes incrédulos en aquel entonces) y decididos echamos raíces, por días, semanas, meses y años, en cualquier biblioteca y hemeroteca de este país, con la mejor y única intención de darle forma a la historia de la animación nacional y poner en las manos de los lectores un buen libro que ameritara no sólo una taza de café sino toda una jarra. Aunque ya más realistas, nos hemos dado cuenta que las editoriales en este país son algo especial: un monstruo malischista difícil de domar. ¡Pero en fin!

Decíamos que hoy pensamos en esa frase escrita hace 74 años por el periodista Jorge Piñó Sandoval, quien señalaba lo siguiente: “lo que producen (los artistas mexicanos) tratándose de humorismo, es excesivamente pobre y ello se debe a que es un producto individual. Resulta imposible que un dibujante haga trabajo técnico de publicidad, confeccione letreros y encima salga airoso con una historieta. Un muñeco de historieta yanqui no es un muñeco: es un tipo humano, un hombre que mal o bien piensa, tiene problemas y como consecuencia de la actuación de esos personajes brota el humorismo. Nuestros historietistas tienen otro sistema: sus muñecos son muñecos, es decir, no están obligados a reflejar la vida, se limitan a una función bufonesca; como bufones, primero buscan un chiste y una vez encontrado, le hacen una antesala de 11 cuadros absolutamente idénticos al grado de que leyendo el final puede uno prescindir de los anteriores. Desde luego, no son nuestros dibujantes los culpables, está de por medio el factor económico: difícilmente una empresa podrá estimular no digamos a 50 hombres, pero ni la décima parte, y como resultado tenemos que la fuente de inspiración que sirve de batuta a los caricaturistas viene a ser la producción yanqui, es decir, se imita en vez de crear. Es muy común, mejor dicho, tradicional, que a las dos semanas de que ha comenzado a publicarse una historieta estadounidense con determinado tema, la veamos reflejada en los pequeños monigotes nacionales que ofrece un diario”.[1]

Pero, ¿qué tienen de interesantes estas letras? En su artículo, titulado “Una sinfonía tonta”, el periodista origina sus palabras a raíz de un comentario de Salvador Pruneda donde habla de la “Sinfonía tonta” que él y su estudio realizarían (se refería a la animación de Don Catarino y su apreciable familia). Su análisis parte de la animación y llega al humor y los historietistas. Desde luego que hay algunos puntos en los que tanto ustedes como nosotros no estemos de acuerdo, y ello conllevaría a una larga discusión (la libertad de prensa es una de las características de nuestro país, y estos gobiernos mochos, y cada quien puede opinar lo que quiera… ¿o no?). Sin embargo, hay ciertos elementos a destacar en el escrito y que a pesar de haber sido publicado en 1934 reflejan algo de la animación en el ámbito nacional y ahora los relacionamos:

El afan de ligar la animación con el concepto de caricatura. Lo que dio pauta al artículo fue la animación y después ésta se convirtió en caricatura e historieta. Es cierto que las disciplinas van ligadas, una es hermana mayor de las otras. La caricatura como tal, dio origen a otras formas de expresión, entre las que se encuentra el comic y la animación, pero cada una con elementos propios que la identifican y por lo tanto que la definen. Unas, formas de expresión escrito-icónicas, plasmadas en papel, otra imagen en movimiento. Quizá algún día le quitemos a la animación esa errónea manera de llamarla y le otorguemos el estatus que tiene dentro del cine como género y no como arte menor. Podemos empezar ya no diciéndole a los niños: “¡Vete a ver las caricaturas!”.

El individualismo del artista que a decir del periodista, no le permitía abarcar todo y salir con las manos en alto en la batalla. A pesar de lo que muchos digan, hoy día sigue habiendo un individualismo notable en el mundo de la animación. Hay estudios, algunos grandes otros pequeños, pero todos aislados de sí. La unión no es algo que se dé mucho entre el mexicano y menos entre los animadores (hay muchos ejemplos en el pasado, y algunos notables en el presente). Se han cancelado proyectos interesantes gracias al individualismo, la falta de unión y de visión de un estudio como un todo, no como un capricho. Además, un animador nacional es difícil que sea buen guionista (hay sus excepciones), productor, director, y que sepa vender, publicitar su creación y distribuirla. Aquí el individualismo nos lleva al todoísmo (uno hace todo), que puede funcionar en algún cortometraje, pero nunca en un largo.“… Sus muñecos son muñecos…”, hace referencia a la carencia de una buena técnica para animar correctamente y darle vida a los personajes que se ven en pantalla y no sólo contemplar muñecos que se mueven. Sí, hay excelentes animadores en el país (eso no hay que discutirlo) pero lamentablemente lo que ha llegado a la pantalla grande no tiene ánima, carece de vida y sólo tiene movimiento. Aquí no estaría de más rescatar las palabras de John Halas: “Las cualidades esenciales de la animación empiezan allá donde terminan las posibilidades expresivas de lo real.”

Y el problema central de la animación… la falta de apoyo económico. Algo con lo que se ha batallado a lo largo de la historia animada nacional y con lo que se sigue luchando. Tal parece que son pocos los que se arriesgan a apoyar al cine animado. Imaginamos que como buenos capitalistas, piensan en para qué apoyar algo que ni siquiera existe.

Y ya por último, hablaremos de la imitación y carencia de historias originales. Aunque aquí en realidad, el problema que se lleva al mundo animado no es tanto la imitación y falta de historias originales, sino más bien la falta de capacidad para estructurar un relato y hacerlo atractivo, interesante. Un relato que logre la identificación del público, que apele a seguir viendo la historia y formar parte de ella. Los relatos de los últimos largos han sido pobres, flojos (no así los de varios cortometrajes). Tal parece que seguimos cojeando en buenos guionistas y pensado que el animador es capaz de hacer todo por sí mismo. Historias originales han estado presentes siempre, y seguirán estando, lo que falta es saber estructurarlas.

En cuanto a la imitación, mientras sigamos alejados de los estereotipos del animé, todo estará bien, mientras los jóvenes entiendan que lo importante no es copiar sino crear originalidad, y aprendan a dibujar a partir de estilos propios no habrá problema

Y como dijimos que estas letras serían breves, creemos que ya debemos llegar al final; quisiéramos profundizar más, pero lo dejaremos para otro extraño lapsus que nos llegue.

Muchos de ustedes no estarán de acuerdo con las letras aquí vertidas, algunos por defender a capa y espada un ideal y otros con justificada razón, pero para eso se puede opinar. No hay nada mejor que despertar polémica y hacer que todos viertan sus puntos de vista. Dejemos el individualismo y compartamos ideas. Además de que debemos seguir apoyando la animación para que siga avanzando y darles a nuestros animadores trabajo y no mandándolo a Argentina.

¡Hasta la próxima y… anímense a opinar!

[1] Piñó Sandoval, Jorge, “Una sinfonía tonta”, en TODO semanario enciclopédico, septiembre 1934, pp. 10-11.

viernes, 8 de agosto de 2008

Fe de erratas

A todos nuestros lectores:

En nuestra última entrada, sobre el largometraje acerca de Nezahualcóyotl, afirmamos que se trataba de una producción codirigida por Fernando Ruiz, lo que marcaría su regreso a la animación. Sin embargo, como bien lo consigna Arkaniz en su comentario, hoy 8 de agosto nos han confirmado que don Fernando ya no forma parte de este proyecto. Su hermano, el señor José Ruiz, personalmente nos ha dado esta noticia. La razón que nos da es que hubo problemas con el productor. Fernando Ruiz seguirá trabajando en sus propios proyectos y, de acuerdo a José Ruiz, el más próximo es un largometraje sobre la cultura maya.

Ofrecemos una disculpa a nuestros lectores por la información emitida en la entrada mencionada. Esperamos que Fernando Ruiz continúe con sus proyectos, de los cuales, en su momento, les ofreceremos toda la información disponible.

Atentamente,
Celeste y Daniel

jueves, 31 de julio de 2008

Nezahualcóyotl, La Gran Historia o el extraño retorno de Fernando Ruiz

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos)

Ha pasado mucho tiempo desde que vimos por última vez en la pantalla grande una película dirigida por Fernando Ruiz, creador del primer largometraje animado nacional: Los Tres Reyes Magos (1976) y del cual ya hemos hablado anteriormente. Sin embargo, parece que la espera está a punto de finalizar. La empresa de Ruiz, Anim-Art Producciones, nos ha hecho el honor de enviarnos buenas noticias que ahora les transmitimos: se encuentra ya en proceso de producción la cinta Nezahualcóyotl, La Gran Historia, la cual se planea estrenar durante el verano del próximo año.

La película se centrará en la vida de Acolmiztli Nezahualcóyotl (nombres que significan “Fuerza de león” y “Coyote hambriento”), hijo de Ixtlilxóchitl y Matlalcihuatzin (reyes de Texcoco) y sobrino de Chimalpopoca (Tlatoani de Tenochtitlan), nacido el 28 de abril de 1402.

Nezahualcóyotl fue gobernador de Texcoco después de haber sufrido persecuciones por parte de sus enemigos, los tepanecas de Azcapotzalco. Sin embargo, durante su señorío, Nezahualcóyotl logró el enriquecimiento material y cultural de su pueblo. Además, se inclinó por la filosofía y la poesía (no por nada los billetes de 100 pesos tienen impreso un poema de él). Por si fuera poco, se cuenta que creó el bosque de Chapultepec y fue él quien logró llevar agua hasta la mismísima Tenochtitlan, capital del imperio azteca.

Pero dejemos la historia a un lado y vayamos directo a la producción animada. Ésta, que marca el regreso de Fernando Ruiz a la dirección de largometraje desde El pequeño ladronzuelo (1987), será coproducida por Ani-Mart y Animación 2-D e impulsada por el FIDECINE (Fondo de Inversión y Estímulos al Cine). En las pocas imágenes que se han dado a conocer, puede notarse el estilo gráfico de los anteriores filmes de Ruiz. Esos rostros afilados y grandes ojos que poseen los personajes creaciones del animador, es una constante en todas sus producciones. Al ver esos escasos dibujos, vienen a nuestra mente Juan Diego, el niño Jesús y el mismísimo Olbaid. Un punto a favor de Ruiz es que es un artista fiel a su estilo.

Otro punto a favor: sigue manteniendo el interés por rescatar y mostrar temas nacionales como lo hizo en La Señal y Cuauhtli. Algo de lo que han adolecido otras producciones nacionales animadas (como las realizadas por Ánima Estudios y HuevoCartoon).

En esta ocasión, Fernando Ruiz estará acompañado en la dirección por Raymundo Juárez, creador de la idea original de la cinta, mientras el guión será obra de la escritora Gloria Ribé Menchaca. La animación se hará de manera tradicional, filmada en 35 milímetros y se planea que tenga una duración de 80 minutos. La producción total tendrá un costo aproximado de 2 millones de dólares.

No sabemos cómo será planteada en la película la vida del rey Nezahualcóyotl. Tampoco si tendrá un giro histórico, de aventuras, familiar o será una combinación de éstos. Sin embargo, podemos aventurarnos a afirmar que la calidad del filme superará a la de varios de los largometrajes animados mexicanos que se han estrenado en los últimos años.

Después del mediano intento de La Leyenda de la Nahuala por rescatar y revalorar nuestras tradiciones nacionales, deseamos que Nezahualcóyotl, La Gran Historia logre de verdad despertar el interés en niños y adultos por conocer un poco más la historia, rica en todos sentidos, de nuestro país, sin caer en nacionalismos baratos ni chocantes.

Además, también esperamos que en el aspecto técnico, esta película supere con creces la animación poco lograda de filmes como Imaginum, Magos y Gigantes y la misma Leyenda de la Nahuala. Debido a la experiencia de Ruiz, es de esperarse que así sea, pero las dudas se despejarán hasta el momento de su estreno.

Los productores de la cinta afirman que la intención de la misma es presentar al público mexicano la historia de ese gran personaje que fue el rey Nezahualcóyotl. Pero además, intentan llegar al público latino en Estados Unidos y Canadá e incluso al público europeo. Es decir, los planes son grandes. Anhelamos que no se queden sólo en eso.

Sin querer ser aguafiestas, y sobre todo sin antes haber visto la película, sí nos gustaría afirmar que difícilmente se lograrán estos objetivos si se carece de dos elementos básicos: calidad en el producto final y una excelente campaña de promoción. Ya sabemos que muchas películas, no sólo mexicanas, que no son tan buenas ni rescatables, logran el éxito gracias a su promoción y publicidad (algo de lo que siempre ha adolecido el cine mexicano, en especial el de animación) y que muchas obras fílmicas de gran riqueza técnica y de contenidos se pierden e incluso se desconocen debido a la misma causa: falta de promoción (lo cual es triste, porque hay verdaderas obras de arte fílmico que ni siquiera se conocen por esta circunstancia).

El nombre no es suficiente para lograr el éxito. Fernando Ruiz es un grande dentro de la historia de la animación mexicana, pero las nuevas generaciones, a las que va dirigida esta cinta, no lo conocen. Si se quiere que Nezahualcóyotl, La Gran Historia sea una película que represente un parteaguas en el cine de animación mexicano (como lo pretenden todas las cintas que se dan a conocer) y logre el éxito de público, taquilla y crítica, es necesario que se empiece desde ahora con el trabajo de promoción. Que sus productores no se conformen con repartir boletines de prensa, sino que comiencen a idear estrategias para, en el momento preciso, alcanzar al público meta. Claro, sin descuidar la calidad de la película misma.

Esperaremos a ver (y ojalá sí sea en 2009) la película en la pantalla para dar nuestra crítica. Pero deseamos de todo corazón, porque estimamos a don Fernando y porque amamos la animación, que sea un logro artístico memorable. Además, esperamos que el manejo del personaje sea adecuado y no se convierta en una especie de Pocahontas, a la cual se le ve sólo como un personaje animado de Disney y ha perdido su dimensión histórica. Queremos que nuestros niños no identifiquen a Nezahualcóyotl como solamente una creación artística de alguien, sino que se motiven a ir a la historia y estudiarlo.

Nos despedimos con un poema del gran rey Nezahualcóyotl, quien por cierto murió en 1472, sólo algunos años antes de la llegada de los españoles.

No acabarán mis flores,

no acabarán mis cantos.

Yo cantor los elevo,

se reparten, se esparcen.

Aun cuando las flores

se marchitan y amarillecen,

serán llevadas allá,

al interior de la casa

del ave de plumas de oro.

Hasta la próxima y... ¡anímense a opinar!

lunes, 9 de junio de 2008

De nuestras jóvenes promesas

Por Celeste Vargas y Daniel Lara

Sabemos que en México no existe una industria de la animación, sólo algunas empresas que animan a su manera. Algunas de ellas carentes de talento y otras con buenos animadores, aunque un poco mal encaminados. Pero a pesar de que no hay una industria, a pesar de que los últimos largometrajes producidos en el país han sido un fiasco, hay mucha gente con inquietud y con aptitud. En nuestro país hay grandes y jóvenes talentos (aunque haya gente que diga que en México nadie sabe animar), que luchan solos para sacar adelante sus proyectos. Sí, hay muchos… pero al menos nosotros conocemos desde hace unos años a un par que hasta hoy no ha dejado de caminar y que al parecer llevan paso firme. Nos referimos a los hermanos Cárdenas: Raúl y Rafael.

La forma como los conocimos fue curiosa: Uno de nosotros vio un cortometraje que le llamó mucho la atención por el excelente trabajo (Rojo), le comentó al otro sobre el material, éste preguntó despreocupado: “¿Quién es el creador?”. Aquél respondió bastante emocionado: “Raúl Cárdenas Rivera” y éste sólo dijo: “¡Ah, su hermano Rafa es mi alumno!”… y ahí comenzó todo. Después de ver ese corto nos interesamos por el trabajo de los hermanos Cárdenas.

Jóvenes, con menos de 31 años encima, se han ido forjando en el difícil arte de animar en México. Raúl estudió Diseño Gráfico en la Universidad Autónoma de Guadalajara y Rafael, Ciencias de la Comunicación en la Universidad Anáhuac (algún defecto tenía que tener). Raúl comenzó trabajando en Calavera Films al lado de René Castillo, en el cortometraje Hasta los huesos. Ahí restauraba los personajes de plastilina y modelaba algunos objetos. Al finalizar la producción continuó aprendiendo más sobre animación.

La primera producción que Raúl presentó fue Rojo, realizado en el 2003. Un corto de excelente manufactura que muestra en tres minutos una animación original, con excelente musicalización y donde el color rojo predomina. La acción comienza con un hombre viendo la televisión, el esqueleto de un cuervo, de grandes ojos negros, le lleva un pergamino: su aviso de muerte. El hombre fallece y la muerte aparece: pequeño esqueleto enfundado en una túnica negra y con una guadaña en la mano. La muerte continúa su entrega. Siluetas de soldados desfilan… se escuchan disparos. Hay caos, la gente corre, varios pergaminos caen del cielo y cuerpos yacen en la calle. Cientos de cuervos vuelan, su trabajo aumenta… la muerte no se da abasto y está desconcertada. Un avión deja caer una bomba, la acción camina a pasos lentos. La muerte suelta su guadaña, la bomba explota y todo es rojo, mientras la muerte yace sobre el piso con un pergamino en la mano y rodeada de huesos. Así es Rojo: rojo de la sangre, rojo de la violencia y rojo de la intolerancia y la falta de conciencia. ¡Vaya manera de darse a conocer el naciente realizador!

La producción fue un proyecto muy personal que sólo necesitó la ayuda de Carlos Rincón para la creación de la excelente música. Raúl hizo el corto en un mes y sin ningún apoyo.

Fue Rojo quien nos hizo poner los ojos en los hermanos Cárdenas y quien nos confirmó en aquellos años que en México se podía hacer animación de calidad, sin recursos y que sólo era necesario tener imaginación, calidad artística y sobre todo buenos argumentos.

La siguiente producción (2004) ya no sólo estuvo a cargo de Raúl, sino que Rafael también intervino en su primera animación digital: Aquiles. El corto muestra la desgracia del pobre Aquiles al ser rechazado por su amada. Así que al desafortunado hombre no le queda otro camino que enfrentar la muerte. Una muerte buscada pero que no acaba de llegar y el desilusionado hombre sufre las consecuencias. Por si fuera poco, Aquiles tiene que enfrentar a un Cupido no muy ducho en las artes del amor. Historia cómica y bastante entretenida.

Pero como la inspiración les había pegado fuerte en ese año, Rafa y Raúl comenzaron a producir Calaverita. Una interesante historia desarrollada en la víspera del día de Muertos, donde todos los niños calavera salen de sus tumbas a disfrutar las ofrendas que les rinden. Aunque uno de ellos, Calaverita, ya bastante fastidiado de las costumbres, decide ir a la ciudad en busca de algo más. En ella encuentra el Halloween. Calaverita festeja con niños humanos las nuevas costumbres, sólo que a media noche los niños se deshacen de sus disfraces y a Calaverita no le queda otra que quitarse la cabeza, por lo que los niños huyen asustados. Humor negro muy bien manejado, y que marcaría en esas primeras producciones el estilo de los hermanos Cárdenas. Este trabajo, por cierto, fue nominado al Ariel como Mejor Cortometraje de Animación.

Sí, ya para su tercera producción los jóvenes creadores manejaban un estilo propio en la forma de contar las historias, que es en realidad lo que nos ha hecho seguirlos. Nosotros siempre hemos apelado en que lo importante de la animación es el relato. No sólo importa la animación en sí: si no se cuenta una buena historia, de nada sirve una magnifica animación. Y esto es lo que no han entendido las diversas escuelas de animación en el país.

Aunque en Calaverita también participaron Octavio Ribeiro y Jorge Ramírez, en el área de modelado y texturizado. Y fue esta producción la que logro hacer que Raúl consiguiera media beca por parte de la Comisión Fulbright-García Robles para estudiar la Maestría de Animación en la UCLA. Posteriormente, Rafael logró continuar con sus estudios de animación en Canadá. Pero como buenos mexicanos, ambos decidieron regresar y continuar animando en su país de origen.

En la UCLA, Raúl dirigió dos cortos: Fly y PopUp. El primero, sobre un ser un tanto extraño que inventa varios artefactos intentando volar y, después de muchos fracasos, se da cuenta de que la solución era más sencilla de lo que pensaba. En el segundo, los protagonistas son esos personajes que aparecen en los libros interactivos para niños (aquellos donde el pequeño tiene que jalar una pestaña para que los muñecos y escenarios se levanten). Resulta un tanto sangriento y algo alejado del estilo al que nos tenían acostumbrados los Cárdenas, pero no deja de ser divertido.

A su regreso a México, los hermanos continuaron trabajando juntos. En palabras de Raúl, respecto al trabajo con su hermano: “Su apoyo ha permitido hacer crecer los proyectos y darles una diferente perspectiva que no hubiera sido posible si yo los hubiera hecho solo.”

Actualmente, Raúl y Rafael se han hecho acreedores a una beca del IMCINE para producir un cortometraje en 35 milímetros. Al respecto Rafa afirma: “Lo bonito es que al inicio de este año no obtuvimos la primer beca (se refiere a un proyecto del año pasado), pero a pesar de eso, seguimos trabajando en ese proyecto y Diosito nos premió: ¡GANANDO LA BECA DEL IMCINE!”.

Ojalá hubiera más talentos como Raúl y Rafa Cárdenas en la animación mexicana, quienes con sus propios recursos y creatividad han logrado lo que a muchos les toma años: apoyo y reconocimiento por parte de instituciones y del público (sus cortos has recibido tantos premios que si los enlistamos, esta entrada sería muuuuuy larga). Esperamos que no pierdan ese estilo que mostraron en sus primeras producciones, que es original, creativo y que provoca en el espectador el deseo de ver algo más de estos creadores. Enhorabuena y sigan cosechando triunfos, muchachones… Hasta la próxima y... ¡Anímense a opinar!

domingo, 18 de mayo de 2008

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Atentamente,
Lic. María Celeste Vargas Martínez
Lic. Daniel Lara Sánchez

jueves, 27 de marzo de 2008

Desde la hermana República de Yucatán: La gruta del Alux

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez

Hace apenas unas semanas descubrimos La gruta del Alux (nunca es demasiado tarde), una serie realizada en Yucatán y que algunos consideran como la primera serie animada producida en el país. Respecto a ello, la primera serie netamente mexicana fue La Familia Telemiau, creada en 1973 por Fernando Ruiz y su equipo (en aquel entonces jóvenes emprendedores netamente mexicanos), y basada en la española La Familia Telerín. Aunque de La Familia Telemiau sólo se realizaron los primeros cortos y la idea nació a partir de la realización de tres cortos de un minuto cada uno de La familia Teleguau (una creación también de Ruiz). Pero el objetivo de estas letras no es hablar sobre historia sino sobre la serie yucateca.
La gruta del Alux comenzó a transmitirse en el 2005 en la televisión local y la producción corre a cargo de Tópicos Producción. La serie muestra a un grupo de personajes: Soot´s, el murciélago; Zahuayak, la mantis; Kisín, el diablo; Tía Tata; Jatzahá, el mal viento; Kitán, el cerdo, entre otros. Estos han cobrado tal importancia que ya cuentan con una serie de productos al alcance de sus fieles seguidores.
Quisiéramos que la información sobre la serie fuese mayor, pero hasta hoy no hemos logrado contactar a los creadores.
Decidimos hablar de La gruta del Alux (aunque no tan profundo como quisiéramos) no sólo por el éxito alcanzado en Yucatán y en algunos otros lugares, sino porque hemos visto ciertos cortos y nos pareció bastante interesante el concepto. La idea es original, las voces son geniales y es magnífico que se conserve el medio cultural donde surge. La animación es muy limitada, los escenarios son muy simples, no hay una buena sincronización de los labios de los personajes y el diálogo, los personajes son sencillos (algo favorable), pero la serie en sí muestra creatividad (al menos, lo poco que hemos visto).
La entrada es por demás original y creativa. Cuando la vimos dijimos: “Es una maravilla.” A nosotros, como se habrán dado cuenta a lo largo de los artículos de nuestro blog, no nos gusta alabar cuanta producción surge en nuestro país si no lo merece. Hablamos de lo que a nuestro parecer es lo bueno y lo malo de cada creación. Pero La gruta del Alux nos dejó un buen sabor de boca, aunque nos gustaría ver todo el material para hablar con más bases. Lo poco que vimos nos agradó y la entrada es genial. Bien por los jóvenes yucatecos que están dando vida a todos esos personajes. Si alguien nos puede poner en contacto directo con los creadores, para dedicarles un espacio más amplio en el blog, se lo agradeceremos pues queremos que esta creación animada mexicana forme parte de nuestras investigaciones y de nuestro libro. ¡Anímense a opinar!

Ánima anima a Mr. Magoo

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez


Hace un par de semanas nos enteramos de que Ánima Estudios (la empresa creadora de los largometrajes Magos y Gigantes e Imaginum, y que actualmente produce El Agente 00-P2) dará vida a un largometraje de Mr. Magoo, titulado Kung Fu Magoo, y lo primero que pensamos fue: ¡Pobre Mr. Magoo!
La producción de este largometraje comenzó el 7 de enero de este año y cuenta con una inversión de 2. 6 millones de dólares. La cinta es una coproducción de la empresa mexicana Motion Toons y Classic Media Inc. Motion Toons fue creada en el 2007 al fusionarse Ánima Estudios y Santo Domingo Films con el fin de “abrir otros espacios para seguir generando entretenimiento de calidad y llevarlo al resto del mundo”, al menos así lo declaró Fernando de Fuentes, Presidente de Ánima. En cuanto a Classic Media Inc., se trata de una empresa estadounidense dedicada sólo a la adquisición y manejo de varias marcas y personajes, así como a su distribución, fue comprada por su rival inglés Entertainment Rights. Classic Media Inc. Posee los derechos de personajes como El Llanero Solitario, La Pequeña Lulú, Gasparín, Supercan, Lasie, Ricky Ricón, Rocky y Bullwinle, Gerald McBoing Boing y desde luego, Mr. Magoo.
Así que Motion Tonns maquilará (algo hecho por los estudios nacionales desde hace más de 50 años) a ese pequeño anciano que surgió en 1949 en el vecino país del norte y que fue la creación de un estudio que llegó a innovar la animación estadounidense: la United Productions of America, mejor conocida como UPA.
La UPA comenzó a tomar forma en 1943 cuando Stephen Bosustow, Zack Schwartz y Dave Hilberman (extrabajadores de Disney tachados de comunistas y perseguidos por Walt) fundaron la Industrial Film & Poster Service, para crear los cortos Sparks and Chips Gets The Blitz y Hell-Bent For Election, este último enfocado en la campaña presidencial de Roosevelt y cuyo director fue nada menos que el genial Chuck Jones quien hizo el trabajo como free lance.
Para 1945 esta empresa se transformó en la UPA, aunque de los tres fundadores sólo quedó Bosustow. Schwartz y Hilberman declararían más tarde que irse de la UPA fue “la cosa más idiota” que habían hecho. Y el 8 de septiembre de 1949 se presentó en cine el corto Ragtime Bear, donde apareció el que sería el personaje más popular del estudio: Quincy Magoo, mejor conocido como Mr. Magoo, aunque en esta producción aún no tenía nombre. Para marzo de 1950 se presentó el que es considerado el primer corto de la serie de Mr. Magoo: Spellbound Hound. El creador de este personaje fue el animador John Hubley, quien decía que se había basado en un tío que no era del todo de su agrado, aunque también se afirmaba que la personalidad de Mr. Magoo se originó a partir de las actitudes de un comediante famoso llamado W. C. Fields. Lo cierto es que el personaje cautivó desde su primera aparición. Su pequeña estatura, su intransigencia, su físico nada atractivo, su casi total ceguera, así como los problemas que se originaban a partir de ésta, fueron el deleite del público.
Y aunque el pequeño hombre cegatón de rostro arrugado era el más importante del estudio, el primer Oscar que la UPA ganó, en 1951, se lo otorgó el corto de gran creatividad y muy bien logrado: Gerarl McBoing Boing, dirigido por Bobe Cannon. La animación sorprendió por el estilo del dibujo: infantil, trazos simples y desordenados, excelente manejo del color, y una gran historia basada en el poema de Ted Geisel (Dr. Seuss). Mas el segundo Oscar del que se hizo acreedor el estudio se lo dio When Magoo Flew (1955), donde el personaje ya había sido rediseñado.
Pero fue tanta la importancia de la UPA en el mundo animado, que en ese 1959 el Museo de Arte Moderno de Nueva York abrió una exposición con el trabajo de los animadores del estudio. Y un año más tarde los tres cortos nominados al Oscar eran producciones de la UPA: Gerald Mc Boing Boing on the Planet Moo, The Jagwalker y el ganador Magoo´s Puddle Jumper.
La serie de Mr. Magoo se produjo hasta 1959 con el corto Terror Faces Magoo. Para 1962 apareció un especial para televisión llamado Mr. Magoo´s Christmas Carol, basado en el cuento de Charles Dickens. En 1964 se presentaron Mr. Magoo Story Snow White, otro especial televisivo que parodiaba el cuento de Blanca Nieves y donde Magoo aparecía como el líder de los enanos y Mr. Magoo Treasure Island, un especial más para la televisión en el que el personaje cegatón aparece como el pirata Long John Silver. Por si fuera poco, el señor Magoo tuvo su propia serie de televisión de 1960 a 1962 además de aparecer en otras producciones.
Sí, la UPA fue un estudio innovador que revolucionó al dibujo animado. Su estilo de dibujo, económico y creativo, influyó notablemente en otros estudios, pero al no mantener el ritmo, la calidad y creatividad el estudio comenzaron a decaer a finales de los 50.
Ahora, el personaje de Mr. Magoo llega para ser maquilado por un estudio mexicano cuyas producciones, a juicio nuestro, no cuentan con la calidad que la industria animada requiere a nivel internacional. Esperamos que el guión creado por los ingleses, sea creativo y que la animación, hecha en nuestro país, deje ver a un Mr. Magoo como muchos lo apreciamos en esos primeros cortos. ¡Anímense a opinar!