lunes, 12 de noviembre de 2007

La leyenda de la Nahuala... ¿dónde están los guionistas en la animación?

Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez

Después de la aburrida Magos y Gigantes (con la que los niños a los 20 minutos ya estaban haciendo de las suyas en el cine), de la poco recordada Imaginum (en la que sólo dos parejas estábamos en la gran sala cinematográfica) y de Una película de Huevos (que empezó bien pero poco a poco perdió interés por no poder mantener su relato), teníamos la esperanza de que por fin llegara a la pantalla grande una producción animada que en verdad dijera con orgullo Hecho en México... pero no.

El pasado 1 de noviembre asistimos al estreno de La leyenda de la Nahuala y en el cine habíamos unas 50 u 80 personas, lo que hacía ver la gran sala casi vacía. Niños acompañados de sus padres y parejas sin hijos dispuestas a pasar un buen rato. Después de los extralargos comerciales (algo se debería hacer para regularlos porque es un terrible martirio), comenzó la cinta. A los veinte minutos uno de nosotros se llevó la mano a la boca y pensó: “Le falta mucho a la animación nacional”. Aun así vimos la película hasta el final, a pesar de que algunas personas comenzaron a salirse, y a los niños les dio por preguntar a sus padres: “¿Qué dijo?, ¿Y esos quiénes son?, ¿Ésa es la buena o la mala?, ¿Eso qué es?” . Es cierto que hubo risas en el público a lo largo de la película, pero nada más.

Si fuéramos subjetivos, diríamos que los guionistas de largometrajes animados nacionales están olvidados en algún lugar, esperando a ser descubiertos. Pero no es así, la objetividad nos hace decir que en México no hay guionistas para el arte de animar y mientras la situación siga así jamás habrá industria animada en nuestro país y las producciones seguirán siendo tan mediocres como hasta ahora. Éste es el caso de La leyenda de la Nahuala, una cinta con buenas intenciones, pero con defectos importantes en su realización.

Recordemos que animar no es sólo generar movimiento en aquello que no lo tiene, animar es dar vida, hacer que el público crea que lo que está viendo es un poco real y por lo tanto se involucre en la historia. Y esto es uno de los primeros fallos de La leyenda de la Nahuala. La idea era buena, pero la manera de presentar el relato es bastante floja y sin fuerza. Está bien resaltar nuestras costumbres y tradiciones mexicanas y plasmarlas en una película, sin embargo, hay que saber hacerlo. En el caso de la cinta mencionada, el planteamiento es bastante largo, lo que puede ocasionar distracción, aburrimiento y falta de interés por parte del público. El nudo no queda claro y el desenlace es muy rápido, predecible y sin fuerza.

La historia, el relato que debe estar perfectamente manejado por un buen guionista, en La leyenda de la Nahuala cae en el tedio y poco interés. Animex pensó en exaltar las tradiciones nacionales, todo ello mediante un elemento primordial en nuestra cultura: las leyendas. Y para ello nada mejor que los nahuales, tradiciones orales que se han expandido en nuestro pueblo. Sin embargo, no basta tener una idea y explotarla a medias, en necesario definirla completamente y pensarla para un medio en específico como es el cine, con un tiempo determinado, y para un público en particular: los niños. Para un público infantil es necesaria mayor claridad y más rapidez en la historia (una característica propia de nuestros tiempos en los medios audivisuales a los que están acostumbrados, para bien o para mal, nuestros niños). Cuando hay una buena historia las carencias en la animación poco importan... de verdad.

Hace ya un año ofrecimos una conferencia en la Feria del libro en Aguascalientes, ahí hablamos de comic (sí, diferente a la animación , pero un lazo familiar los une) y lo que decíamos a los jóvenes (principal público) era que no bastaba con que ellos fueran excelentes artistas (imitadores del manga o creadores originales): si no sabían contar historias, sus creaciones no tendrían éxito. Porque la historia será la que salve a un buen producto, si pensamos que éste generará ganancias y estará involucrado con el dinero. No basta que el espectador quede atónito, por la belleza o mal manejo de la creación artística, sino que debe estar inmerso en la historia, degustarla poco a poco, saborear cada momento y salir satisfecho por pagar un boleto y dedicar más de una hora de su tiempo a una película.

En el caso de Animex el talento artístico lo hay, pero no saben contar historias para un largometraje animado.

Y para que no digan que ya nos ensañamos con el relato, a continuación mencionaremos lo que para nosotros son los puntos fuertes y los débiles de La leyenda de la Nahuala:

Lo bueno:

  • Los créditos es lo mejor de toda la película. Son originales, bastante artísticos, aunque muy breves para la lectura del público. Visualmente son atractivos, con muy buen manejo del color y con una composición bien lograda. Lamentablemente, cuando uno como espectador los ve piensa que detrás viene una producción a la altura de los créditos... pero no es así.
  • El estilo del diseño de personajes, muy de Ricardo Arnáíz, es netamente original y no necesita copiar al animé o a algún otro estilo de animación extranjera.
  • La música es muy mexicana, de excelente calidad y original. No como Imaginum, sólo por mencionar alguna, que recurre a canciones en inglés que nada tienen que ver con la historia. El hecho de usar una orquesta en vivo, como lo hacen las grandes producciones, le da a la cinta un toque especial (hasta donde sabemos es la primera producción nacional animada en usar este recurso). En casi toda la película, la música fortalece los estados de ánimo de los personajes, contribuye a la apreciación de los ambientes, y forma parte importante de las acciones realizadas. Esta es la función que debe cumplir la música en una película.
  • Los fondos están muy bien realizados, los detalles logran recrear escenarios reales. Se observa un trabajo esmerado por parte de los fondistas. Se nota que fue un aspecto muy cuidado y que hubo una labor de observación e investigación al respecto.
  • Algunos gags que logran arrancarle al público (infantil y adulto) varias carcajadas.
  • Hubo una buena elección de los actores que prestaron sus voces para los personajes.
  • Algo que hay que aplaudir es que no hay canciones melosas, cursis, fuera de lugar o en cada cambio de escena como ocurría en antiguas producciones internacionales y en recientes nacionales.
  • El manejo de los colores tanto en los personajes como en diversas acciones. ¿Qué seria de la niña fresa sin su rosa símbolo de feminidad y delicadeza (al menos en nuestra cultura)? ¿De esos colores fríos de la Nahuala? ¿O de aquellos cálidos en la batalla final?

Lo malo:

  • La mala animación: los personajes jamás se integraron con los fondos. Ambos eran elementos discordantes en un medio donde debe haber fusión entre ellos. Se perdió la excelente calidad de los fondos, dado que los personajes parecían estar en otra dimensión y flotar sobre los mismos (Sí, Leo caminaba sobre las calles). Esta falta de unión es algo desfavorable porque puede general distracción en el espectador: o te fijas en los fondos o en los personajes. Por si fuera poco, los movimientos de éstos son acartonados y mecánicos... se carece de naturalidad.
  • Y ya que hablamos de los personajes, lamentablemente éstos tienen también algunas carencias. No tienen una personalidad sólida, que ayude al relato mismo y que contribuya a una buena identificación de parte del público. O, ¿alguien se identificó con alguno de ellos? La actitud y evolución del personaje es muy pobre a lo largo de la cinta. Alguien decía: “Todos los personajes nacen para ser vividos” y los personajes de La leyenda de la Nahuala surgieron sólo para ser medianamente animados.
  • Y aquí entra también el personaje de la Nahuala, que esperábamos fuera el ser maligno animado que nos mostrara que la animación mexicana está a la altura de otros países. Creemos que no es difícil mantener al bueno de la historia, pero crear a su némesis es lo interesante de todo. Y la Nahuala, como casi todos los personajes que representan a la maldad a lo largo de la historia animada nacional, sólo fue muy poco explotada. Físicamente es grotesca y perversa, lo que causó temor en el público infantil, pero el aspecto psicológico quedó a un lado.
  • Las dos pequeñas calaveritas de azúcar (que tienen lo suyo y mucho de ello a su favor) forman parte de algunas secuencias fuera de lugar y que al no ser bien manejadas cortan abruptamente la historia. Aquí, sin querer recordamos a las excelentes “babosas” de Lo que el agua se llevó que aunque corten la historia el espectador pide más de su actuación.
  • Algunos planos y movimientos de cámara nos hacían pensar que por un momento estábamos viendo la pésima producción del Chavo del 8 animado o un video corporativo de una empresa de bajo presupuesto para su mercadotecnia.
  • La edición deja mucho qué desear. No sólo por el recurso gastado del círculo que se abre y se cierra para pasar de escena a escena, sino porque los criterios de unión entre las secuencias no tienen lógica.
  • El manejo del clímax es bastante efímero y sin fuerza. Cuando uno desea ver más acción o la culminación plena de todo lo planeado nos quedamos con un hecho sin trascendencia. El punto final se reduce a un simple movimiento de un balero utilizado para todo a lo largo de la cinta (aquí nos acordamos de Bart Simpson y su inseparable resortera que también llevaba en el bolsillo del pantalón).
  • La música, tan bien empleada a lo largo de la película, en el clímax se perdió. Lo que debió ser la escena máxima para un elemento vital en la animación como es la música en este caso fue decepcionante su manejo. No tenía fuerza ni proyectaba emoción al espectador.
  • El mal manejo del silencio causaba dudas en la sala cinematográfica. Recordemos que una cinta animada el silencio, si se utiliza, es tan importante como la música misma, ya que es éste el que puede otorgar sentido a la historia, dar significado a algunas escenas o situaciones, profundizarlas, hacerlas relevantes. Y aquí el mal uso de este elemento nos hizo odiarlo por un momento.
  • En ocasiones no había una perfecta sincronización entre aquello que decía el personaje y el movimiento de sus labios. Tal pareciera que el movimiento labial no fue medido con la duración del diálogo de los actores. Así, cuando el personaje ya tenía la boca cerrada el diálogo aún seguía escuchándose (y viceversa).
  • Algo que no sabemos si fue problema de las copias entregadas a las salas cinematográficas o del sistema de audio de éstas, era el mal sonido. De pronto las voces de los personajes se escuchaban como un eco lejano del inframundo y la música lucía en todo su esplendor. A veces no se entendía lo que el personaje decía y había que adivinar.

Grosso modo, los puntos señalados arriba son algo de lo que nosotros pudimos apreciar. Lo señalamos de la manera más simple, dejando de lado análisis teóricos que no vienen al caso en este momento. Sin embargo, podemos concluir afirmando que faltan en México verdaderos guionistas especializados en animación. El guión de La leyenda de la nahuala tiene sus momentos, pero desafortunadamente son más sus inconsistencias, con todo y la asesoría del afamado animador y productor Phil Roman.

Lo que decimos es sólo nuestro punto de vista, no es la neta de netas (aunque no estaría mal checar algunos chats al respecto) ni lo hacemos sólo con afán de criticar. Por el contrario, lo que deseamos en que los realizadores mexicanos se den cuenta de aquello en lo que están fallando, para que la animación nacional empiece a despuntar y tenga calidad internacional. Admiramos el talento de Ricardo Arnáiz y su grupo, conocemos algunas de sus producciones anteriores de gran calidad, los apreciamos mucho, mas no por ello complaceremos a todos hablando bien de una cinta que tiene serios problemas en su creación... La crítica se puede tomar para bien o para mal, todo depende de la percepción de cada espectador.

Por el momento, es todo. Hasta la próxima y... ¡anímense a opinar!